miércoles, 1 de octubre de 2008

Conversación con la luna

No entiendo que fue lo que lo provocó,fuera el fastidio del mundo mecánico y urbanizado,fuera la decepción de la vida, el agotamiento de luchar por el ideal del ser,el menosprecio de mis logros, o la combinación de todo ello.Las endebles alas que sostenían mis sueños y anhelos lentamente se desvanecieron,mis lágrimas se secaron y con ellas los motivos que las provocaron, formando ahora parte del terreno de lo absurdo.Caminé descalzo, dando mis primeros pasos bajo este nuevo y extraño estado en que me encontraba,el cansancio dejo de existir, como también la vitalidad,la necesidad de sonreír o la necesidad del llanto.Súbitamente me encontré ignorante del conocimiento del hombre,toda la razón que da la ciencia y la historia dejo de tener importancia,en cambio me llené de la sabiduría que da el cosmos, la creación y el contacto con lo divino,conocimiento que no puede ser transmitido con palabras pero puede ser descubierto con el alma,un estado de perfecto equilibrio donde todos los puntos de referencia lentamente se desvanecieron como recuerdos distantes.Libre de los instintos, alejado del mundo de las ideas como también de lo terreno, caminé hasta el balcón y me coloqué de pie sobre la orilla del barandal,conocía el peligro de muerte en que me encontraba,pero no le temí ni le di mayor relevancia. Mi alma entro en contacto con frecuencias ancestrales que me confortaron y me ayudaron a comprender mi entorno, entendí que si acaso moría, sería porque así debía ser, pues dentro del infinito universo todo acontece como debe y cuando debe, aun cuando la existencia no tiene trazado plan algunoy aun cuando el próximo instante se abre en un sin fin de impredecibles posibilidades. Así, la muerte sería algo tan ordinario como comer o respirar, pero con la satisfacción de haberlo hecho dentro de la hermosa sintonía en que me encontraba,fue entonces que fascinado por todo lo que ocurría alrededor y dentro de mí, observe a la luna.Probablemente piensen que dentro de su luz blanca encontré amor, paz, armonía, feminidad, belleza o cualquier otro atributo que a lo largo de la civilización románticos y soñadores le han atribuido.Puedo pensar que no pude hallar esta ambrosía, precisamente porque me encontraba libre de prejuicios,porque en esta ocasión la observe con ojos primitivos, con los ojos de un niño cuyos padres aun no le han enseñadoa volcar sus miedos y decepciones en la idealización de una imagen o un objeto.Así pues, no observe el rostro de la luna imaginando grandeza, esperando conseciones, creyendo que en ella se encontraba todo de cuanto yo mortal carezco.La observe como un amigo, como un igual, como quien ama alguien no por quien es, lo que es o las peculiaridades de su aspecto, si no por el hecho de existir y encontrarse a nuestro lado,haciendo contacto únicamente con la propia esencia, lugar en donde todos somos iguales,pues nuestra naturaleza y lo que somos vuelve a quedar definido únicamente por los trazos fundamentales,es entonces que se vuelve incomprensible pensar en términos comparativos, pues no existe manera de cuantificar el infinito que existe en el ser y en el existir.así pues al observar a la luna pude ver en ella un rostro sincero, una expresión tan arrolladoramente directa que me provocó una profunda nostalgia, una inexplicable incomodidad, un pequeño y punzante vacío dentro del corazón,el tipo de padecimiento que por el hecho de ser tan sutil,es más abrumador que el dolor agudo.Nunca olvidaré esa expresión,una expresión que yo describiría como una descomposición macabra y sombríade quien esta perdiendo lo más valioso y no puede hacer nada por evitarlo.Lo que yo vi fue una expresión tosca, una expresión burda y masculina,desconsolada, fragmentada, marchita.Su rostro reflejaba angustia, pero una angustia profunda y vasta,inagotable cual agua de cascada, No concibo como plasmar lo que aquella luna me transmitió,un ejemplo pobre y vago resultaría de hacer un esfuerzo por recordar el tipo de sentimientos que alguna vez llegamos a experimentar en nuestra infancia,dentro de aquellos primeros días cuando empezábamos a conocer el mundo,sentimientos que por ser nuevos y desconocidos resultan más profundos, más sentidos, más desgarradores y más sublimes,libres de estereotipos, expresados a flor de piel y en su más pura esencia.Así era el rostro de la luna, luna que con impotencia observaba la superficie de la tierra.¿Porque estas triste? le pregunté a la lunaLa luna me habló entonces del gran amor y cariño que profesaba hacia su compañera la tierra,de los tiempos remotos cuando comenzaron su cíclica travesía junto con su hermano sol y el resto de los asteroides,me hablo además de como su amor no se limitaba a la tierra y el sol, si no que también amaba a las estrellas, al cosmos y a todo cuanto podía percibir, y también me habló del tiempo en que apareció la vida sobre la faz de la tierra.Nosotros los mortales, solo después de recorrer largos caminos de iluminación y entendimiento,comprendemos que lo eterno se encuentra dentro de las cosas humildes y cotidianas,dentro de las majestuosas nubes que placidas y serenas pasean en lo alto, en el aire que llena nuestros pulmones de vida y energía,en la luz, en las sombras, en el todo.De la misma manera la luna encontró lo eterno en la contemplación de la vida y los seres que orgullosos la portaban,dentro del diario andar de las bestias y también de aquella que cegada por el maravilloso don de la inteligencia se hizo llamar hombre,vio sorprendida la inmensidad que se encapsulaba en tan pequeños recipientes.Desgraciadamente, no paso mucho tiempo antes de que se degradara el embotamiento de admirar la bendición que representaba esta energía hipnotizante,morfina que le había impedido ver aquella otra faceta intrínseca e inherente.Inevitablemente llego el tiempo en que la luna también observó el sufrimiento, el dolor y el manto gris de tristeza y profunda agonía que cubre a todo cuanto posee vida,una desconsoladora sombra que eclipsa por completo la inmensidad que pudiera existir en la realización del ser, pues toda la luz del mundo no puede apartar las tinieblas de una fracción de obscuridad,obscuridad que se vuelve omnipresente y omnipotente cuando la simple supervivencia implica dolor y sacrificio.Es así que será infeliz y corta la existencia de cualquiera que viva un día entero como un esclavo, bajo la obscuridad de las mazmorras y las torturas de sus captores,y vivir al día siguiente como un sultán, amado y bien querido por todos, solo para volver a repetir el ciclo a lo largo del resto de sus días.Una caricia no nulifica un golpe, la misma magnitud de luz no puede contrarrestar la misma magnitud de obscuridad.Esa es la razón de mi tristeza, me dijo la luna,es por eso que con amargura y desconsuelo lloro en silencio, contemplando, deseando que el siguiente instante sea el ultimo en que esta pesadilla se manifieste sobre mi bien querida tierra,observando como este brote de infelicidad se agudiza y se expande, abarcándolo todo, encontrando su camino hasta los más recónditos rincones de mi hermana.Se burlan de mí, me observan y se ríen a cada instante los seres que componen esta putrefacta costra que bulle y se retuerce,me profesan odas, alabanzas y sonetos, pero no dejan de ser fuente y razón de mis mayores desconsuelos.Aun así he de mantener viva la esperanza, continuó la luna.Como todo lo que no es permanente,algún día tierra y luna partiremos,pues llegará el momento en que nuestros caminos se dividan,y entonces podremos regresar en paz a la nada.Será doloroso como todas las partidas, pero me retiraré con la conciencia tranquila,sabiendo que conmigo me llevo el más terrible accidente que alguna vez trajo la creación divina.Por ahora yo luna, no puedo hacer otra cosa que observar y esperar,y en mi infinita misericordia desearles el más próximo de los fines,rezando por el ocaso de sus vidas,orando por el bien y la escasa felicidad que cada uno de ustedes pueda recoger en su pasajera estancia.La luna se despidió de mí, me dio las gracias por haberle prestado un oído atento y me deseo la mejor de las bienaventuranzas.Sin esperar respuesta, regresó a su solitaria meditación, pensando de primera instancia en mí, triste de saber que regresaba con los míos, asumiendo que eventualmente olvidaría todo este episodio.Fue así que lentamente salí de mi trance, desaparecieron de mi vista los colores vívidos y deslumbrantes del conocimiento del cosmosy regresé a los brillos y aromas de la realidad,sentí como la gravedad regresó a mi cuerpo, y repentinamente me sentí más pesado, incluso más que antes de haber entrado en este trance.Mis movimientos se volvieron más seguros, pero más toscos y brutos.Con cuidado me incliné y descendí del barandal, aún presa de los restos sensoriales que me había provocado esta experiencia.Al tocar el piso tuve la sensación de mareos y tambaleante decidí regresar a mis aposentos.Inmediatamente me dormí, y mientras dormía mi cuerpo y mis sentidos recobraron su contacto con la realidad y la aspereza de lo tangible,pero con ello también regresó la suave y delicada venda de ignorancia que una vez más se posó sobre mis ojos.Es así que nuevamente volví con mis iguales, andando entre la asquerosidad y frialdad que ahora se que existe, pero de la cual ya no puedo percatarme y sinceramente tampoco me molesta.He decidido imaginar aquella noche como un ensueño, olvidar aquella realidad y seguir revolcándome en lo que sea que aquella esfera pudiera ver en nuestro mundo,pues quien soy yo para cambiar los designios del destino,quien soy yo para pensarme más haya de lo supremo y levantar el estandarte de lo verdadero ante mis hermanos, defendiendo ideales que yo mismo he dejado de comprender y que solo el vago recuerdo de aquella noche me hacen intuir que están en lo cierto.Se que la luna seguirá vigilándome a mi y a todos los míos, sintiendo pena y aflicción, pero yo, yo volveré mi mirada al cielo y en lugar de compartir su angustia, la idealizare y la dibujaré, le compondré canciones y le platicaré de mi amada en turno la más bella, pues he decidido que me es más cómodo apartar de mi mente su perturbadora expresión, y adornarla con guirnaldas, perlas y cosas bellas. Así es que volveré a deleitarme con lo dulce de su luminiscencia y nuevamente la veré como la mística, como la hermosa,la divina y la eterna.